La hipoteca representa un préstamo hipotecario, un acuerdo entre el prestamista y el prestatario mediante el que el prestamista le confiere medios financieros para que éste pueda comprar una vivienda o mejorar la condiciones de aquella que ya posea, se puede tratar también de otro inmueble, etc.
A cambio el prestatario debe pagar los intereses y si el prestatario no devuelve el dinero prestado en el plazo pactado, la propiedad hipotecada queda en manos del prestamista, éste la puede vender en una venta forzosa para recuperar el monto del préstamo. La hipoteca constituye una garantía para asegurar el cumplimiento de la deuda contraída. Mientras se paga la deuda y sus intereses el inmueble gravado con la hipoteca permanece en poder de su propietario.
Antes de la autorización de una hipoteca por parte de las entidades financieras se estudian detalladamente los ingresos y las deudas del cliente potencial. El contrato de hipoteca debe quedar por escrito y debe estar inscrito en el registro de la propiedad.
La devolución de la deuda se realiza por pagos periódicos, a la cantidad prestada se suman además los intereses (las ganancias del acreedor por la concesión del préstamo), comisiones y a veces también las posibles sanciones por pago anticipado, impago, cambio de las condiciones, etc.
Hay dos clases de tasa de interés, el interés fijo mantiene el mismo valor hasta la amortización completa del préstamo. El interés variable cuyo valor está ajustado periódicamente al estado actual de la economía. El tipo de interés debe estar especificado en las condiciones del contrato hipotecario